El estrés crónico en perros y gatos puede manifestarse de diferentes formas: ansiedad, comportamiento destructivo, temblores,vocalizaciones excesivas, hiperactividad, micciones y defecaciones fuera del arenero y/o acicalamiento excesivo en el caso de los gatos...
Cuando el estrés se cronifica afecta a su bienestar y por lo tanto a su calidad de vida, pudiendo llegar a ocasionar trastornos gastrointestinales o dermatológicos por ejemplo.
Puede venir ocasionado por factores ambientales, un exceso de ruido, fiestas, fuegos artificiales, obras, una tormenta...
Cambios en el entorno familiar, una mudanza o modificaciones en el hábitat y/o rutinas familiares resultan a menudo también la causa más frecuente de estrés en nuestras mascotas.
Pero, ¿que hacer cuando ya hemos detectado el problema y descartado otras opciones?
Es importante que realice una cantidad de ejercicio diaria acorde con su edad, peso y raza, y que tenga cierto grado de interacción social. Es necesario que tengan un lugar en casa que ellos identifiquen como seguro en el que puedan descansar y "refugiarse" para tener "sus momentos " de paz y sosiego.
Descartar como método de educación cualquier tipo de castigo, pues es una de las principales causas no solo de miedo sino también de estrés y frustración.
Una vez diagnosticado el estrés es imprescindible mantener la paciencia y ser constante reeducando al animal mediante un trabajo diario supervisado por un veterinario que nos facilitará las herramientas necesarias para controlar el estrés y sus causas, intentando minimizar la exposición a factores estresantes en cada caso. El uso de feromonas son efectivas puesto que crean un clima de tranquilidad y reducen la percepción de amenaza por parte del animal. En último caso, en determinados casos puede llegar a ser necesario el uso de fármacos.